sábado, 24 de agosto de 2013

¿Qué es la psicología? Algunos mitos IV: "El psicólogo es un loquero"

Por último queda hablar de un mito muy extendido:

“Los psicólogos son loqueros” o “No voy al psicólogo porque yo no estoy loco”

Probablemente estas sean de las frases que más he escuchado a las personas en general, en sus distintas variantes. Vayamos por partes. Estas afirmaciones  están dando por supuesto que las personas que van al psicólogo están “locas”. Para empezar, ¿alguien puede explicar qué significa exactamente “estar loco”? Nunca oirás a un psicólogo usar la palabra “loco”, por lo menos dentro de un contexto serio. Esto es por dos razones básicamente: la primera es que “loco” es una palabra extremadamente imprecisa y desfasada, llegando a tener, según la RAE, diez acepciones diferentes (sin incluir locuciones adverbiales o expresiones coloquiales), y además es bastante despectiva en general, con lo cual no parece muy adecuado usar este concepto en un ámbito científico; y la segunda razón es que, incluso suponiendo que todos entendamos lo mismo al decir “loco”, digamos una persona con algún trastorno mental grave, cabe decir que los psicólogos no se ocupan únicamente de las personas con trastornos mentales o que tengan conductas inapropiadas o desadaptativas, sino que les interesa toda la conducta en general.

Con relación a este último punto cabría hablar de las diferentes ramas de la psicología o los diferentes ámbitos en los que puede trabajar un psicólogo, viendo así que efectivamente un psicólogo no sólo se ocupa de enfermedades mentales o de conductas anormales. Ya escribí otro artículo hablando de esto aquí.

Ahora, si nos centramos en el psicólogo clínico, al que sí le interesan los trastornos mentales de todo tipo o las conductas anormales, la palabra “loco” tampoco es útil para nada. ¿Llamaríais loco a alguien con depresión o con ansiedad? No lo creo, puesto que todo el mundo antes o después en su vida ha estado deprimido o ha tenido ansiedad ante alguna situación determinada. Por suerte muchas personas son capaces de superar algunos de estos problemas por sí mismas, puede que porque no lleguen a ser muy importantes o porque hayan aprendido las herramientas necesarias para salir de ello. ¿Entonces todas las personas que se hayan sentido deprimidas o con ansiedad, por decir algo, significa que han tenido un trastorno mental? Evidentemente no. La diferencia está en que es fundamental que ese problema te invalide o te impida llevar una vida satisfactoria, y si no es así, sencillamente no hay ningún problema que resolver.

Para hacernos una idea de lo comunes que pueden llegar a ser los trastornos mentales, podemos echar un vistazo a los datos de prevalencia de éstos según Campo-Arias y Cassiani (2008). Se estima que el 32,7% de las personas sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida y hasta un 25% se dará en los últimos 12 meses. En una muestra representativa de seis países europeos se encontró una prevalencia de vida para cualquier trastorno mental del 25% también. Los datos de una encuesta mundial de salud mental indican que el riesgo de padecer cualquier trastorno mental puede llegar al 26,4%. Estos datos están diciendo que entre 2 y 3 personas de 10 sufrirán o sufren un trastorno mental. Los datos pueden variar bastante dependiendo del lugar también, por ejemplo, en unos estudios en Latinoamérica se informó de que la prevalencia de los trastornos mentales a lo largo de la vida es del 45,9%. Es decir, que según esos datos casi la mitad de la población puede sufrir un trastorno mental a lo largo de su vida. Esto nos dice que los trastornos mentales son algo relativamente habitual.

Muchas personas cuando dicen “loco” o escuchan aquello de “trastorno mental”, piensan inmediatamente en personas psicóticas, con esquizofrenia o incluso en personas peligrosas e inestables. Esto no es así para nada. Primero, las personas con trastornos mentales no son más peligrosas que las personas sin ningún trastorno mental. El porcentaje de personas violentas sin trastornos mentales es exactamente el mismo que el de personas violentas con trastornos mentales, es decir, que el trastorno no influye nada en ese sentido, salvo algunas excepciones muy concretas. Y segundo, los trastornos mentales abarcan una gran variedad de problemas, y muchos con los que más de uno se sentirá identificado en mayor o menor medida, por ejemplo: tics, depresión, ansiedad, hipocondría, problemas sexuales, problemas de la conducta alimentaria, trastornos del sueño, fobias, problemas con el juego, tricotilomanía (arrancarse el pelo), morderse las uñas, trastornos obsesivos-compulsivos, etc. Seguro que casi todos conocemos a alguna persona que siempre dice que está enferma o que le pasa algo malo; o personas con tics en los párpados, o que les tiemblan las manos cuando están en la cola del supermercado y la gente está esperando a que termine de pagar. Todos hemos tenido ansiedad cuando hemos ido a algún examen o nos hemos deprimido cuando ha ocurrido algo malo. Todos hemos pasado malas noches sin poder pegar ojo porque algo nos preocupaba, o nos hemos hecho “adictos” a un juego, a una comida, a un programa de televisión durante un tiempo. Casi todo el mundo conocerá a alguien que se muerda las uñas o que se lava mucho las manos o alguien que cada vez que ve una araña, una serpiente o un ratón salta como si tuviera un muelle y huye gritando. Pero esto no significa que tengan un trastorno mental, porque por la razón que sea ese problema no ha ido a más y no se ha convertido en un problema real, no ha interferido en sus vidas. Pero qué pasaría si una personas se muerde las uñas hasta sangrar haciéndose heridas continuamente o tenemos tanta ansiedad ante un examen que directamente no vamos y por tanto suspendemos siempre; o si no podemos dormir un día sí y otro también, hasta que nos altera nuestro rendimiento en el trabajo; o si dejamos de comer o de salir de casa por ver ese programa de televisión que nos encanta; o te lavas las manos tanto y tan agresivamente que dañas la piel de forma permanente; o dejas de ir a algún sitio o de hacer algo por miedo a encontrarte con un ratón por el camino. Entonces puede que sí haya un problema que tratar y es posible que pudiéramos hablar de trastorno mental.

¿Es necesario tener técnicamente un trastorno mental para acudir a un psicólogo? Por supuesto que no. Puedes ir a un psicólogo para que te ayude a dejar de morderte las uñas, o si tienes problemas para dormir continuamente, si te sientes deprimido por alguna razón, o te sientes incapaz de afrontar alguna situación que te produce mucha ansiedad o miedo. Por tanto, las personas que van a un psicólogo es porque tienen un problema, de carácter psicológico evidentemente, que no pueden resolver por sí mismas y necesitan ayuda para conseguirlo, sin más.

Bibliografía

sábado, 3 de agosto de 2013

¿Qué es la psicología? Algunos mitos III: "La psicología no es útil"

Con este artículo veremos un par de mitos también bastante extendidos:

“La psicología no aporta nada a la sociedad”, “Lo que pretende estudiar la psicología ya está cubierto por otras disciplinas”.

La psicología puede aportar muchas cosas positivas a la sociedad y en general a cualquier ámbito en los que haya personas y por tanto su conducta pueda ser influyente en ese contexto concreto. A pesar de ello, y por desgracia, la imagen que tienen muchas personas de la psicología está tan distorsionada y alejada de la realidad (debido a causas diversas), que se considera poco útil o incluso negativa.

Para ver qué es lo que puede aportar la psicología a la sociedad, vamos a ver en qué campos de actuación generales pueden moverse los psicólogos y qué aplicaciones pueden tener éstos (según los Perfiles Profesionales establecidos por el Colegio Oficial de Psicólogos de España, enlace en la bibliografía):
  • Psicología clínica: este es el perfil profesional más común entre los psicólogos, y probablemente el más conocido entre la población general. Un psicólogo clínico puede trabajar normalmente en hospitales generales (unidades de salud mental, psicología, neuropsicología, dolor crónico, rehabilitación, etc.), hospitales psiquiátricos, centros o unidades geriátricas, centros o clínicas privadas de salud para la consulta, asesoramiento y tratamiento, etc. Las funciones más típicas que realiza son las de evaluación de las personas, de su estado emocional, cognitivo o conductual; el diagnóstico, el tratamiento e intervención, la prevención, etc. El psicólogo clínico suele tratar con problemas diversos como los siguientes: trastornos de la infancia o adolescencia, demencia, trastornos mentales debido a enfermedades médicas, esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, trastornos del sueño, sexuales, de la conducta alimentaria, de ansiedad, del estado de ánimo, de personalidad, etc.
  • Psicología educativa: el objetivo principal del psicólogo educativo es la intervención sobre el comportamiento humano en situaciones educativas, desarrollando las capacidades de las personas, interviniendo en las necesidades educativas de alumnos, orientando, asesorando, o previniendo situaciones que puedan afectar al buen desarrollo educativo, madurativo y social de una persona. También puede intervenir en la mejora del acto educativo en sí, por ejemplo creando o adaptando programas de aprendizaje concretos, apoyando al educador, etc. El psicólogo educativo trabajará por tanto en colegios, institutos, universidades, centros educativos de cualquier tipo, organizaciones sociales o comunitarias, etc.
  • Psicología social: los psicólogos en este ámbito surgen de la necesidad de intervenir sobre los problemas de las interacciones personales en diferentes contextos sociales. Dentro de los objetivos de un psicólogo social los más importantes pueden ser reducir o prevenir situaciones de riesgo social y personal, intervenir sobre las necesidades de subsistencia, de convivencia o integración social, promover la igualdad de oportunidades, la no discriminación, el acceso a información y recursos, etc. Por ello sus funciones serán las de asesoramiento, atención directa, consultoría, dinamización comunitaria, planificación de programas, formación, etc. Estos psicólogos trabajarán con cualquier tipo de centro social o directamente con grupos de personas que necesiten su ayuda, como pueden ser familias, personas de la tercera edad, personas con discapacidades o deficiencias, mujeres, juventud en general o minorías sociales e inmigrantes.
  • Psicología de las organizaciones o del trabajo: los puestos más ocupados por estos psicólogos son los que están relacionados con la sección de recursos humanos de cualquier empresa. Entre sus objetivos generales encontramos el desarrollo de métodos y procedimientos para aumentar al máximo la eficiencia de la empresa en general, el estudio de la influencia de la organización en la conducta y satisfacción de los trabajadores, garantizar el bienestar de éstos en la organización, asegurar la selección y contratación adecuada de sus miembros, etc. Por tanto sus funciones son las de selección, evaluación y orientación del personal, su formación y desarrollo y la investigación de marketing y del comportamiento del consumidor. Puede trabajar en cualquier tipo de empresa.
  • Psicología forense, jurídica o criminalística: ésta es un área de trabajo especializada en el estudio del comportamiento de los actores jurídicos en el ámbito del derecho y la ley. Puede haber diferentes contextos en el que un psicólogo forense puede trabajar, como en psicología aplicada a los tribunales, penitenciaria, en relación a la delincuencia, judicial, de mediación, etc. Pueden trabajar como asesores en juicios, como peritos, colaboradores con abogados, en penitenciarias, pueden emitir informes técnicos especializados, y en general todo lo relacionado con el cumplimiento de la ley.
  • Psicología del deportelos psicólogos que se dedican al deporte estudian el comportamiento de las personas dentro de éste. Pueden trabajar en cualquier ámbito que esté relacionado con el deporte, ya sean organizaciones deportivas en general, en equipos concretos o con deportistas individuales. Un psicólogo del deporte intentará centrarse en las conductas de los deportistas, identificar las condiciones que las controlan definiendo los objetivos a alcanzar y poniendo en práctica planes de actuación para conseguirlos. Podrá discernir y establecer metas realistas para los deportistas, utilizando las técnicas, instrumentos o procedimientos necesarios para lograrlas y mejorar el rendimiento en general y la buena práctica del deporte.

Para continuar vamos a analizar la relación de la psicología con otras disciplinas, para tratar de ver “cuál es su sitio”. Todos los puntos tratados son atendiendo a las explicaciones que nos da Montserrat (1980):
  • Con las matemáticas: grandes campos de la psicología se pueden relacionar con las matemáticas, como la psicometría sin ir más lejos, que es la parte de la psicología que se encarga de la medición en general a través de distintos instrumentos o pruebas. Ya que la matemática, siendo conciso, es la ciencia de las estructuras abstractas, puede ofrecerle a la psicología muchas estructuras, interpretables numéricamente, para agrupar los fenómenos de conducta que pretende estudiar científicamente. Concretamente la estadística y todas las herramientas que proporciona son muy usadas en la psicología en general. Por tanto, la psicología básicamente aplicará las matemáticas a la conducta.
  • Con la física: esta relación se hace muy evidente en el hecho de que la preparación de diseños experimentales y aparatos necesarios para llevarlos a cabo, no puede hacerse sin recurrir a un mínimo de nociones de física. Para la construcción de la mayoría de los aparatos que se utilizan en la experimentación en psicología se necesitan evidentemente enormes conocimientos físicos. Por tanto, un psicólogo con ciertas nociones de física podrá saber qué es lo que ésta le puede ofrecer para “diseñar” un aparato que necesita y poder después pedirle a un profesional de la física que se lo construya. Un ejemplo sería el equipo necesario para hacer electroencefalografías, que es usado tanto en psicología como en medicina o biología.
  • Con la biología: la perspectiva con la que la biología elabora sus conocimientos no es la misma que la de la psicología. La biología pretende estudiar a los seres vivos como seres físicos y reales, en un contexto espacio temporal determinado, es decir, seres construidos físicamente y sometidos a las leyes concretas de la realidad. Lo que va a estudiar es, por tanto, a los seres vivos desde el punto de vista de su construcción física. La psicología se interesa sólo en su conducta y procesos cognitivos. Hay que tener en cuenta que la biología no puede prescindir totalmente de la conducta, y la psicología tampoco de lo físico-biológico, por ello son dos disciplinas, que a pesar de tener sus campos propios, están estrechamente vinculadas.
  • Con la medicina: el objetivo de la medicina es estudiar al hombre en cuanto  a ser “enfermable y curable”, y en cierto modo un médico sería un especialista en “biología humana”, ya que muchas enfermedades dependerán de procesos puramente físicos del organismo. De la misma forma que lo físico puede estar influido por lo psicológico, lo psicológico puede tener una base físico-biológica y por ello lo psicológico forma una unidad con lo físico, he aquí la relación entre ambas partes. La medicina se interesa por lo psicológico y conductual desde el punto de vista de lo “enfermable y curable”; la psicología se interesa por la conducta global de las personas, no sólo en ese sentido. La medicina se ha basado siempre en el origen físico de las enfermedades humanas, apoyando sus técnicas curativas en lo puramente físico, de ahí que haya podido especializarse en los trastornos de conducta que tienen su base en algo físico-biológico, ocupándose de ellos con tratamientos farmacológicos o quirúrgicos por ejemplo. Sin embargo es el psicólogo el especialista en la conducta integral de las personas y en las técnicas que permiten reorganizar o modificar conducta de origen psicológico, ambiental, social, etc. De aquí que cuando el psicólogo se interesa en una persona como conductualmente “enfermable y sanable”, surge la colaboración entre el médico y el psicólogo clínico. De esta forma ambas disciplinas se pueden apoyar mutuamente para conseguir “curar” este tipo de trastornos o problemas de una forma completa.
  • Con la sociología: la psicología se interesa siempre por el conocimiento científico de la conducta de las personas como individuos. La sociología se interesa por el colectivo que llamamos sociedad como un todo: qué es, cómo se estructura, de qué se compone, cuáles son sus ideas y opiniones, etc. A la psicología le va a interesar la sociedad como fuente de estimulación de los individuos que determina su conducta, mientras que a la sociología le importa el individuo como pieza fundamental de la construcción de todos los procesos sociales. Por tanto, la sociología aportará su conocimiento sobre la sociedad, para que a partir de él, la psicología social pueda comprender la naturaleza estimular de ésta que afecta directamente a la conducta de las personas. De la misma forma, si la sociedad está compuesta de individuos, será la psicología la que aporte los conocimientos necesarios sobre éstos, para que la sociología pueda estudiar cómo a partir de los individuos pueden generarse movimientos sociales, que ya sí interesarían a la sociología.
A modo de conclusión: muchas personas podrían preguntarse por qué existe la psicología si ya existe la biología o la medicina. Bien, esto es como preguntarse por qué existe la medicina si ya existe la biología, ya que ésta última explica el funcionamiento de los seres vivos en general (lo cual abarca al ser humano). O preguntarse por qué existe la biología si ya existe la física y la química, que pueden dar explicación al funcionamiento físico de un ser vivo y a sus procesos. Podríamos seguir con este razonamiento reduccionista hasta quedarnos en nada o preguntándonos por qué existe cualquier ciencia si ya existe la filosofía, que entre otras cosas intenta dar con una verdad última sobre la realidad. Este argumento por tanto no tiene mucho sentido. La relación que existe entre todas las ciencias es una característica inherente a ellas mismas y a la realidad del mundo, porque todas esas cosas que tratan de explicar cada una de las ciencias, al final no pueden entenderse sin relacionarlas con todas las demás. Tú no puedes entender el funcionamiento de la conducta de una persona, sin tener en cuenta en algún momento el funcionamiento biológico de una persona; no puedes entender el funcionamiento biológico de una persona sin tener en cuenta el funcionamiento de las leyes físicas; no puedes entender el funcionamiento de las leyes físicas sin tener en cuenta el funcionamiento del universo; no puedes entender el funcionamiento del universo sin tratar de entender cuál es la verdad sobre toda la realidad. Y al final volvemos al mismo argumento del principio.

Por esto, el hecho de que las diferentes ciencias estén muchas veces estrechamente relacionadas no implica que unas deban o no deban existir, o sean más o menos importantes. El conocimiento muchas veces debe separarse y catalogarse para poder ser estudiado de forma más eficaz y poder progresar. Aunque estas divisiones siempre pueden conllevar problemas como, por ejemplo, “olvidar” u “obviar” la relación existente entre el objeto de estudio de tu disciplina y el objeto de estudio de otra disciplina; también pueden desembocar en ventajas, como en la mayor profundización del estudio de ese tema y el consecuente progreso.

Bibliografía
  • Colegio Oficial de Psicólogos de España. (1998) Perfiles profesionales. Recuperado el 20 de julio de 2013, de http://www.cop.es/perfiles/
  • Montserrat, J. (1980). Epistemología y método de la psicología científica. Volumen tercero: Ciencia y método en psicología. Madrid: Universidad Autónoma.